Aquí vengo, después de mucho tiempo: Reloaded.
Han pasado muchas cosas (y todas para mejor, así lo veo yo). Tenía este blog muy abandonado y creo que es momento de volver a escribir, porque siempre fue mi mejor forma de expresarme y también de desahogarme.
En esta oportunidad me inspiró a escribir algo que me dijo un amigo el otro día. Me dijo algo así como: «tuviste malas experiencias con los hombres… creo que tuviste mala suerte… te agarraste a los más chotos…»
Y aquí viene mi análisis… Por un lado sentí bronca, por la percepción que pudieran tener de mí los demás… Pero por otro lado luego pensé: «No, Ale, no te tiene que importar el qué dirán. Solamente vos misma conoces el recorrido y hasta dónde has llegado.»
Sí, me tuve que equivocar. Sí, me hago cargo de haber elegido mal. Pero eso me hizo más fuerte, más sabia y a valorarme más a mí misma. Otra cosa que recordé (tal como alguna vez escribí acá en algún post anterior) que la primera impresión (de cuando uno conoce a alguien) siempre es la que cuenta. En mi interior yo sabía que esas personas que conocí en su momento no eran las indicadas pero no me supe escuchar a mí misma. Tal vez por falta de experiencia o, como descubrí hace poco cuando hice constelaciones familiares, estaba repitiendo patrones que venían heredados pero no eran míos. Así fue como lo pude destrabar y lo pude ver.
Hasta ahora pude descubrir que yo me iba de un extremo a otro. Elegía hombres machistas y misóginos que no me valoraban… O… me iba al otro extremo de elegir hombres endebles, sin iniciativa, de esos a los que una les tiene que hacer y resolver todo y terminas haciendo de «madre», son de esos que a simple vista los ves y son re buenazos y pensas que todo irá bien y luego: ¡PLOP! …Y así fue como me di cuenta que nunca había conocido un termino medio. ¡Eureka!
Sí, alguna que otra vez he sentido envidia y asombro de ver esas relaciones de tantos años, de ver a esos jóvenes que se conocen desde chicos y siguen hasta la eternidad. Pensar que hay gente que no necesitó pasar por lo que pasé yo. Pero, ¿De qué sirve compararse con otros? Como dije antes, ¿Qué importa el qué dirán, qué importa la percepción que tienen otros? ¿Quién sabe lo que pasa adentro de esas relaciones realmente?
Hay que dejar de compararse con otros y mejor concentrarse en uno mismo y compararse a sí mismos para ser cada día la mejor versión de nosotros.
Y entonces, aquí estoy. Aquí vengo, después de mucho tiempo: Reloaded.
No me siento ansiosa. No me siento apurada. Nadie me presiona. En todos estos años le quité el miedo a la soledad y aprendí a disfrutar de mí misma. De los procesos. Disfrutar del camino que recorro y de los aprendizajes. Agradezco haberme topado con «los más chotos» porque si bien hubo momentos felices, también hubo momentos donde aprendí. Aunque a veces diga que es culpa mía no haberme escuchado, digamos que sí, eso pasó, también es verdad que este año me puse como meta escucharme más a mí misma y hacerme caso.
Muchas veces supe y pude aconsejar a mis seres queridos y me terminaron diciendo: «tenés razón»… Entonces es hora que aprenda a aconsejarme y escucharme más a mí misma. A seguir mis propias corazonadas. A veces es más difícil con uno mismo o es fácil autoboicotearse. Pero no es imposible. Tal vez requiere de más práctica y oh casualidad, aprender a escucharme más a mí misma y hacerme caso (como dije antes).
Sabiendo ahora lo que no quiero y habiendo aprendido de todo lo anterior, entiendo que no se le puede andar poniendo a las personas, así de buenas a primeras, la lista de expectativas que una cree que esa persona tiene. ¿Me explico? Ese fue mi error en mis relaciones pasadas, conocer a alguien y ya de un día para el otro ponerse de novios… Y cuántos chascos me pegué! ¿Por qué nunca me permití primero probar para ir viendo qué onda? ¿Por qué me proponían algo formal y yo aceptaba sabiendo que no me cerraba y sabiendo que no me estaba escuchando?
Claro está (esto ya sería para otro capítulo aparte, u otro post aparte) que también hay un porcentaje destinado a lo fortuito, a lo azaroso, a eso que no sabemos ni nos esperamos… Y acá voy a citar otra vez a una frase que me dijo mi amigo: «No es tu culpa. A veces no se sabe con que te vas a topar… A veces muestran una cara y son otra cosa».
(Peeeeroooo… Existe una herramienta que ayuda a reducir ese porcentaje azaroso. La no tan conocida escala tonal de Ronald Hubbard y en más profundidad: thetahealing).
Y también ser conscientes que atraemos según nuestra vibración, según cómo estamos en un momento dado, con la esperanza de que es algo que se nos viene a mostrar para aprender y que si no aprendemos, el Universo nos lo repetirá cuantas veces más sea necesario (sí, Carl Jung lo dice mejor y con palabras más teóricas, pero igual se entiende jajaja).
Así que, y para ir terminando con esta noche de textos filosóficos salidos de mi mente, voy a citar lo que yo misma me dije a mis 23 años: «uno puede elegir querer a esa persona con sus cosas buenas como con sus cosas malas. Si no te gustan esas cosas malas que trae consigo, entonces ya podrás elegir a otra persona que tenga cosas malas que te gusten más» (un trabalenguas).
Darse tiempo antes de dar el «sí». Y no me refiero a casarse (bah, podría ser también si es lo que quieren). Sino a disfrutar de conocer personas y ver qué pasa. De ir despacio para conocerse y prestar atención a las alarmas (si hubiera).
Ya no busco, lo que es mío llegará y lo voy a saber cuando lo vea porque sus acciones van a quedar demostrados con sus buenos valores. 😉
¡¡¡Saludos y hasta la próxima!!!
"...Un trueno sonó y pude volar por tierras, montañas y el mar. La vida sentí, dentro de mí y al viento pude acariciar..." 
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